El squish es un parámetro clave para las prestaciones y fiabilidad del motor. En general, cuanto menor sea el squish, mayor será la turbulencia creada en la cámara de combustión, con la consiguiente optimización de la carburación. Pero hay que tener cuidado, porque con un squish demasiado bajo se corre el riesgo de que la cabeza del pistón acabe chocando con la cabeza del cilindro, sobre todo con regímenes elevados, determinando un sobrecalentamiento y el gripaje. De igual manera, un squish insuficiente no permite la completa combustión de la mezcla y lleva a una reducción de las prestaciones.
TKART ha analizado ya estos aspectos en un artículo técnico anterior, sin embargo, siendo que hasta una décima de milímetro de modificación del squish puede comportar variaciones sensibles de prestaciones y posibles problemas de fiabilidad del motor, es útil, en esta ocasión, analizar en detalle el procedimiento para una medición atenta y precisa. Sin dejar de lado las técnicas para evitar que la medición se vea influida por las holguras y deformaciones de los componentes del motor.
La sensibilidad de un parámetro como el squish implica que su valor puede cambiar, por varias razones. En particular, pueden producirse algunas pequeñas variaciones cuando se sustituye el pistón o los cojinetes de bancada y de pie y cabeza de la biela, así como la cabeza del cilindro. Es verdad que, a día de hoy, los componentes del motor muestran cada vez una precisión mayor en las tolerancias y, por tanto, la sustitución de dichos elementos, en teoría, debería mantener sin variaciones el valor del squish; pero una medición de dicho parámetro es siempre oportuna después de haber revisado el motor.
Y no sólo eso; dada la influencia del squish sobre las prestaciones, los preparadores varían su valor según las exigencias, los circuitos, el tipo de configuración, los neumáticos y la goma dejada en el asfalto, el piloto y la relación de transmisión. Para determinar el squish es muy importante también la gasolina utilizada.
La medición del squish se lleva a cabo utilizando un hilo de estaño de diámetro superior a 1,5 mm (idealmente alrededor de 1,8 mm). Dicho hilo se coloca en el interior de la cámara de combustión para después, haciendo girar el cigüeñal, aplastarlo y obtener la distancia mínima exacta entre la cabeza del cilindro y la cabeza del pistón.
Más en detalle, el procedimiento perfecto para la medición del squish requiere desmontar la cabeza del cilindro e introducir un trozo de hilo de estaño con una longitud equivalente al diámetro del cilindro (54 mm, es decir, su calibre). Hay que colocar el hilo paralelo al perno del pistón: de esta manera, las imperceptibles (pero presentes) holguras derivadas de la inclinación del pistón que gira alrededor del perno se verán anuladas.
Llegados a este punto, se vuelve a montar la cabeza del cilindro, apretando correctamente los tornillos uno a uno en sentido cruzado y con su par exacto, como si el motor tuviera que ser montado para ser utilizado de nuevo.
Tras lo cual, sujetando el cigüeñal por los dos lados (encendido y piñón), se hace girar hacia delante y hacia atrás un par de veces. A continuación, con unas pinzas largas, se extrae el hilo de estaño y se mide con un calibre la parte más baja, que se halla después del “diente” formado en los dos extremos del hilo de estaño por el espacio que queda entre la cabeza y el aro del pistón.