Los carburadores de membrana permiten regular la carburación actuando en dos tornillos que reducen o aumentan el paso de mezcla dentro del propio carburador. La gestión del carburador por parte del piloto es, a menudo, la causa principal del gripado: muchos piensan en reducir el tiempo de la vuelta bajando la carburación, algo que, en realidad, acaba traduciéndose más bien en una rotura. En la búsqueda de la configuración correcta hay que salir con una carburación ligeramente más grasa respecto a la que aconseja la Casa y, a partir de aquí, disminuir un máximo de cinco minutos (la jerga pretende que se actúe en la rueda de regulación exactamente igual que en la esfera de un reloj) a lo largo de la sesión, sin pretender excederse ni tratar de polarizar demasiado.