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El karting es un deporte duro, que requiere un esfuerzo físico considerable, mucha concentración, resistencia y una buena dosis de aguante del dolor. Conducir un kart no es, claramente, una de las experiencias más confortables que existen, siendo muy frecuentes los dolores y lesiones. Concretamente, casi todos los kartistas tienen que vérselas, antes o después, con los dolores en las costillas: una zona del cuerpo especialmente delicada, que hay que proteger bien y que, si se lesiona, no hay que descuidar de ninguna manera.
El motivo es muy fácil: los karts, como es sabido, no tienen suspensiones y el piloto va encajado en un asiento de fibra de vidrio que le cubre el busto.
Básicamente, es como si el kart y el piloto formaran un único sistema rígido en el que la parte más frágil es precisamente el piloto mismo, por lo que cada vibración, cada bordillo, cada contacto que pueda producirse... acaba descargándose sobre su costado.
En consecuencia, cualquier dolor que afecte esta parte del cuerpo puede acabar siendo bastante molesto y hay que evaluarlo con atención, tanto antes de iniciar un posible tratamiento, como, sobre todo, antes de volver a ponerse al volante.
Aún antes de la lesión, hay que tener en cuenta una cosa: en un deporte como el karting, el tronco del piloto, además de sufrir los contactos con un asiento rígido, tiene que llevar a cabo un esfuerzo muscular considerable para buscar la estabilidad, sin la ayuda de otros elementos como, por ejemplo, los cinturones de seguridad. El dolor que puede sentirse normalmente en las costillas después de la conducción, pues, es un mezcla de microtraumas y dolores musculares normales. Nada que un poco de descanso y, como mucho, un antiinflamatorio, no puedan resolver.
Si el dolor no pasa, podría tratarse de una periostitis, es decir, una inflamación del periostio de las costillas, el tejido fibroso que une los músculos a los huesos del costado. Se debe tanto a los constantes traumas causados por el asiento, como a los movimientos rápidos y violentos de contracción del músculo efectuados para controlar el busto. En general, es un dolor bien localizado, pero se pueden sentir molestias también durante la respiración. Los fármacos antiinflamatorios surten un buen efecto contra este tipo de problemas. En los peores casos, se pueden hacer infiltraciones locales. Se consigue una recuperación completa en 10-15 días.