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En pocos deportes la relación entre padres e hijos es tan estrecha como en el kart: porque, a menudo, el padre es el primer mecánico del hijo y quien organiza los desplazamientos; porque hay muchos gastos y sin el sostén de los padres no se puede llegar lejos; porque muchas veces la pasión se transmite de una generación a otra y los hijos tienen que vérselas con el pasado engorroso de un padre piloto... Por estos y muchos otros motivos, las dificultades, tanto por parte de los hijos como de los padres, son muchas y, por mucho que uno actúe siempre por amor y con buena voluntad, la posibilidad de equivocarse está a la vuelta de la esquina. Partiendo del presupuesto de que no hay ningún método que pueda valer para todos, le hemos pedido a Alessandra Papasogli, psiquiatra de la Universidad de Pisa y colaboradora de Formula Medicine, que nos dé unos consejos sobre cuál debería ser la actitud correcta de los padres ante la pasión de sus hijos por el kart.
Aunque el karting es un deporte individual, al practicarlo se interactúa siguiendo las complejas dinámicas de un equipo. Un papá que se entromete demasiado, criticando o quejándose por las decisiones tomadas, puede alterar esos delicados equilibrios, sobre todo en la parrilla de salida de una carrera. En este sentido, es mejor un padre que apoya económicamente a su hijo pero que no interviene directamente en la dinámica del plano deportivo.
Naturalmente, es necesario que los papás, y las familias en general, eviten caer en la tentación de tener unas grandes expectativas sobre los hijos sólo porque se dan cuenta de haber hecho una inversión considerable. No hay que olvidar nunca que no es obligatorio competir: el kart puede ser igualmente divertido limitándose a correr con los amigos.
La presencia del papá cuando se empieza a practicar una actividad deportiva es útil para animar e incitar al niño, que de otra forma podría abatirse o perder el entusiasmo. Acompañar al hijo en estas primeras fases tiene un valor educativo y formativo. En karting, la presencia del papá es casi fundamental, pues se trata de un deporte al que es difícil aproximarse si no tienes a alguien que sienta ya esa pasión y que te acerque a ello.
Sin embargo, con el tiempo, una presencia fuerte del padre puede llegar a ser perjudicial, porque impide que el hijo llegue a ser consciente de lo que desea y se dé cuenta de si el deporte que está practicando le apasiona verdaderamente o es sólo un modo para complacer a los padres. Tras el empuje inicial, hay que permanecer un poco más al margen.
¡Estoy a favor del karting como una ocasión para divertirse y compartir! La pista puede aprovecharse para pasar más tiempo juntos, siendo conscientes de que compartir la afición y el trabajo bajo la carpa puede ser un modo para transmitir valores saludables.
Cuando el niño ha crecido, conviene que aprenda a andar por su propio pie: ya sólo en lo que a diversión se refiere, es mucho más natural, para un chico, compartirlo con los amigos, en lugar de con el padre y la madre.