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Paolo De Conto: cuando un campeón dice basta
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Los millennials también se jubilan. Por muy extraña que pueda parecer esta afirmación, hay campos en los que los muchachos que nacieron entre 1981 y 1996 (es decir, los llamados millennials) son ya ex- algo. Pese a que en su campo hayan sido algunos de los más representativos y, queriendo, hubieran podido seguir siéndolo. Paolo De Conto, piloto de kart de la quinta del 92, sin duda un millennial, ha sido uno de los mejores con un volante de kart en las manos. Ha ganado mundiales, europeos y series WSK; ha ganado sea en Las Vegas que en Europa; ha ganado con los monos de Birel, Energy y CRG. Pero al llegar a la temporada de 2019, ha decidido retirarse. Lo ha hecho con sosiego, casi de puntillas, dominando una madeja de pensamientos, recuerdos y esperanzas para el futuro, de la misma manera que en la pista dominaba los caballos del motor KZ. O como lo hace en esta entrevista, reviviendo los momentos inolvidables de una carrera propia de un número uno y pensando en su inmediato futuro de millennial... adulto.
Por supuesto. Pista Verde, en Caselle D'Altivole. Un domingo por la tarde en que no teníamos nada que hacer decidimos ir allí. Mi padre era copiloto de rallies, pero nunca había corrido con el kart. Llegamos al circuito y alquilamos uno. Yo era muy pequeño, tendría unos 5 años; no recuerdo demasiados detalles, excepto el de verme al volante con mi hermana y mi padre que corrían a mi lado diciéndome que acelerara porque iba muy despacio.
Mi padre tenía un amigo cuyo hijo corría, me prestó el kart y empecé. Luego compramos un Top Kart Comer 50 cc e hice las primeras carreras, siguiendo después con la 60 Mini. Lo hacíamos todo en casa, con papá como mecánico. El miércoles, día fijo: se desmontaba todo, se limpiaba y se preparaba el material para el fin de semana. Fue así que empecé a interesarme también por los aspectos técnicos del kart. En 2006, ya en la 100 junior, tenía un mecánico que se ocupaba de mí, pero aún no pensaba en las clases internacionales. Corría con mi hermana la mayor, ¡que iba como un rayo! En una carrera del Campeonato Regional Triveneto que corrimos juntos ganó ella. Yo llegué segundo.
Fue un año más duro, con algún que otro problema más a nivel de chasis. Fue a finales de 2008 cuando me dije: quiero probar con el KZ. Salí a correr un par de veces, hice una carrera en Jesolo y la Bridgestone Cup, y enseguida pensé: ¡esto es genial!; aunque al principio usar las marchas era un follón. Nadie me había explicado nada. De hecho, en la primera carrera, en la final, tuve un buen accidente: me equivoqué con las distancias, le di al de delante y acabamos por retirarnos ambos.
Fue una apuesta: yo no conocía a Michele (Panigada, gerente de Energy Corse; n.d.r.) y él no me conocía a mí. Pero habían ganado mucho en KZ2 y yo había trabajado ya, a gusto además, con la casa de motores TM, que entonces colaboraba con ellos.
El primer año fue de aprendizaje: fui bastante bien, pero por aquella época en KZ estaba Thonon, que era el "rey" de la categoría. Yo, por supuesto, no pensaba que un día habría llegado a ser también uno de los pilotos referentes: les observaba y estudiaba intentando entender cómo administraban las carreras. Veía los vídeos una y otra vez... Era algo que hacía yo, sin la ayuda de un entrenador. Pero cuando tienes el "hambre" que tenía yo, puedes lograrlo incluso estando solo.
En 2010 gané el europeo de KZ2. “Por lo menos un título lo he conseguido”, me decía a mí mismo. Pero dentro de mí no había cambiado nada, si acaso un poco más de autoestima y consciencia de mí mismo.
2011 fue difícil, al principio: el chasis no se movía bien con los Dunlop y nos daba algunos problemas. Pero nos preparamos bien para el Europeo de KZ1, ¡libré una bonita batalla con Ardigò!
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