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Trucos reales y falsos mitos sobre el mantenimiento perfecto del tubo de escape
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El tubo de escape es un elemento fundamental en el motor 2T, cuya eficiencia depende de varios parámetros, como la forma, los conductos internos, los materiales... Con el uso, el tubo de escape se deteriora, pierde sus características y hay que sustituirlo. Existen, sin embargo, dos pequeños trucos que permiten mantener su eficiencia y otpimizar su funcionamiento. Nos los revela Eligio Torreggiani, gerente de una de las principales empresas en la fabricación de tubos de escape tanto para kart como para moto: Elto Racing.
El tubo de escape regula el paso de los gases combustionados del motor al exterior. Dichos gases, además de las partículas de carbono negro, contienen también aceite y mezcla de carburante aún sin combustionar, puesto que la combustión nunca es perfecta al 100%. Estos residuos se depositan en el cono del tubo de escape y, con el tiempo, tienden a obturar sus orificios, modificando y limitando el flujo de salida del gas. Cuando el fenómeno llega a ser excesivo, en general hay que sustituir el tubo de escape. Algunos, es verdad, lo queman, por ejemplo poniéndolo en una chimenea. Al margen de que no es una operación segura, bajo mi punto de vista es, además, desaconsejable: la llama, de hecho, si por un lado puede despejar los residuos de los orificios, por otro modifica la estructura de la chapa y, por tanto, las características y prestaciones del tubo de escape mismo. Es mejor usar productos a base de sosa.
Está claro que rociar el tubo de escape recién caliente, pero no demasiado, con el WD40, puede protegerlo de la oxidación. Pero hay que tener cuidado con exagerar y poner sólo una leve capa de producto: una cantidad excesiva de WD40, en efecto, sería absorbida por el metal y podría modificar las características de la chapa, hasta el punto de que el tubo de escape dejaría de “sonar”, es decir, de funcionar con las resonancias adecuadas para las mejores prestaciones del motor. De la misma manera, hay que recordar que el óxido que se forma sobre el tubo de escape modifica la calidad de este y reduce sus prestaciones. No digamos ya si lo pintamos: ¡totalmente perjudicial!
Lo primero de todo es comprobar la integridad de las soldaduras, pero en verdad, determinar si el tubo de escape ha trabajado mucho interiormente es muy difícil. Si golpeándolo, emite un sonido apagado, esto nos puede dar ya una idea, pero lo más concreto que podemos hacer es controlar los puntos de contacto del tubo con la curva del escape del motor y, en el caso de los KZ, con la curva que lo conecta al silenciador: por el juego que hay entre estos dos elementos se puede deducir el deterioro. Y si el tubo de escape resulta deteriorado interiormente en dichos puntos, significa que ha sido muy usado y probablemente habrá que sustituirlo. Además, el colector de escape que se coloca en el cilindro del motor es de sección cónica, y si está deteriorado, la estanqueidad no está garantizada.
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