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“Lástima que el motor no quisiera oir hablar de arrancar: la membrana de la bomba de la gasolina se había deteriorado”. En busca de alguien que pudiera sustituirla, Piccini llegó a Empoli, a casa de Fabio Mancini, un chico que, además de encontrar la pieza de recambio, empezó a involucrarlo en el mundo del kart. “Me gustó muchísimo. Así que convencí a mi padre para que me comprara un Tony Kart nuevo con un motor Yamaha 125 de cross, montado en la izquierda: corrí tanto que el cilindro se descromó”.
Nunca un inconveniente fue tan propicio, puesto que al repararlo Alessandro conoció a Marcello Cortigiano, el preparador que luego lo siguió a lo largo de toda su carrera: “¡En el mundo del kart para mí ha sido como un padre!” A escondidas de sus padres, llegó a su primera carrera (¡ganada!) y a la segunda (¡ganada!). Tras lo cual, se le hizo imposible callar: el kart había entrado por derecho propio en la vida de Alessadro.
SU CARRERA
“En el 80 hice mi primera prueba en el Italiano, en Parma, y gané. Hasta entonces, los recursos llegaban todos de la familia, después de aquella victoria entré en All Kart”. Los éxistos siguieron llegando: en el 82, también en Parma, de nuevo un Italiano y luego, en Alemania, el Europeo. “Digamos que quemé un poco las etapas. Pero, tras aquellos éxitos, creció la estima que se tenía de mí, aunque creció también la competencia. Eran los años en que nacía Kalì Kart y el kart estaba evolucionando considerablemente”. En el Mundial del 83, llegó su primera gran desilusión, cuando, habiendo cambiado el pistón antes de la final, se vio con un motor que alcanzaba unas 1.000 revoluciones menos. “No fue el único mundial que perdí, también en el 89 habría peleado por la victoria si no fuera porque se me salió un neumático de la llanta. Lo mismo en el 2000, cuando un accidente con Foré me sacó de la escena”.
De la quinta de 1964, ha sido uno de los grandes protagonistas de las últimas 4 décadas en el karting. Ganador de 4 títulos mundiales, dejó de correr a las puertas de los 50 años. Hoy sigue a su hijo Alessio, también piloto de Tony Kart
Pero volvamos al 83: “En aquella época no había la profesionalidad de hoy y las decisiones se tomaban en función de las personas. Probablemente, tras el Mundial, habría debido cambiar de equipo, pero no lo hice y pienso que alguna que otra ocasión la perdí”. De hecho, durante tres temporadas, las cosas se pusieron cuesta arriba. Luego, en 1987, con el nuevo mono, el de la Dap, llegó el primer título mundial en Magione. “Pero, de entre los que gané, el Mundial del que estoy más satisfecho fue el del 90, en Laval, en Francia, con Birel. En la primera ronda hice la mejor marca, pero me penalizaron por el ruido y salí en última posición. En realidad ni siquiera quería hacer la salida, me convencieron Sala y Pavesi. Hice otras dos rondas y me coloqué en veintésima posición en la prefinal. La gané, y en la final, desde la pole position, me hice con 7 segundos y medio de ventaja en 15 vueltas, ¡y seguí en cabeza hasta al final! Fue entonces cuando comprendí que, hasta que llegas a la bandera de cuadros, hay que ir siempre con el cuchillo entre los dientes y pisarle fuerte”.
Y Alessandro también le dio al pedal al año siguiente, en Parma, otorgando su segundo mundial a Birel. El mismo resultado en el 93, en Val Vibrata, donde Piccini se hizo con la victoria en su primer año en CRG, el equipo con el estuvo durante 9 años.
En el 2002, se pasó a Chiesa Corse, que en aquella época utilizaba el chasis DC-One de Parolin, donde corrían dos jóvenes con grandes esperanzas: Hamilton y Rosberg. “Hamilton era muy callado, pero tremendamente concreto en la pista. Conseguía sacarle siempre el 110 por cien al vehículo. Niko era rápido pero un poco ‘forzado’: siendo hijo de Rosberg, las expectativas sobre él eran mayores”. La experiencia con Dino Chiesa, sin embargo, duró sólo un año, porque Piccini fue llamado por Tony Kart: “Me buscaron para desarrollar el motor de 125: fueron, hasta el 2005, años de excelente convivencia, Robazzi (el dueño de Tony Kart, n.d.r.) es un excelente empresario: exige mucho pero sabe dar mucho en cambio”. Luego llegaron los años en que estuvo yendo y vieniendo de Intrepid a Maranello y, en el 2011, el regreso a Tony Kart, la firma a la que sigue ligado todavía hoy y para la que corre su hijo Alessio.