No es fácil elegir la historia que contar acerca de mi "aventura" con Fernando Alonso. Le conozco desde que era un niño de 12 años. Corrió conmigo hasta los 17 y siempre nos hemos mantenido en contacto desde entonces, incluso después de que se convirtiera en campeón del mundo. Nuestra amistad va mucho más allá del mundo de las carreras. Así que no es que no tenga historias que contar. Es que, al contrario, tengo demasiadas...
Por ejemplo, podría contar la primera vez que le vi correr. Se trataba de una manga del campeonato regional de Cataluña. En aquellos tiempos, él era simplemente Fernando con su papá, y esa fue su primera carrera de un cierto nivel. Se medían con rivales con experiencia en una pista en la que nunca habían estado. Y a pesar de eso, ganó, haciendo que todos inmediatamente fueran conscientes de su potencial. Tras aquello, corrió conmigo durante los siguientes 5 años, aunque viviéramos a unos 1.000 km de distancia. Siempre que tuvimos alguna carrera, por ejemplo en Italia, él volaba de Oviedo a Barcelona, yo le recogía en el aeropuerto, y desde allí, seguíamos en coche. A los pocos minutos él ya estaba durmiendo. Siempre daba una cabezada continua hasta llegar al destino. Digamos que no era un gran compañero de viaje…. Sobre todo al principio, cuando todavía no nos conocíamos bien. Si le preguntaba algo, lo más que respondía era "sí" o "no".
Sigue haciendo lo mismo. Es tímido, reservado, quiere llevar una vida lo más normal posible, y eso le hace a veces aparecer como indiferente, o incluso “grosero.” Pero cuando está con amigos, con la gente que realmente le conocemos, es diferente, creerme.
Tomemos por ejemplo, las últimas veces que corrió en Lonato. Nos habíamos puesto manos a la obra desde hacía un año: coincidimos en una carrera, y Fernando me dijo que desearía pasar un día entero haciendo karting. Me pidió si yo podría organizar algo. Para ser honesto, en aquél momento pensé que era sólo una de esas cosas que dicen los amigos, pero que se quedan en nada. Pues me llamó de repente unos días antes de las sesiones para la fórmula 1 en Jerez. Estábamos haciendo pruebas en Lonato y cuando se lo dije, me contestó: "Ok, nos vemos ahí". Llegaba a los dos días. Nada más llegar llamó a Kubica para decirle que le gustaría unirse a él. Dicho y hecho. Apenas con el tiempo justo para preparar el kart listo, y ya los teníamos en la pista. No sé cuantas personas de su calibre habrían hecho lo mismo: correr en una pista concurrida, como una mañana de domingo… Yo le dije que con un poco más de tiempo, le podría haber organizado algo más privado. ¿Qué me respondió? No resulta tan divertido cuando no hay nadie en la pista. ¡Ese es Fernando Alonso!