1. Como ya se ha dicho, la tecnología: infrarrojos o sonda (con los méritos y deméritos relativos, ya descritos) que los distinguen).
2. Si se opta por el primero, es imprescindible evaluar el FOV, es decir, la amplitud del ángulo (15°, 20°, 35°...) dentro del cual el sensor de infrarrojos es capaz de captar la temperatura de la superficie a medir. De hecho, los datos de temperatura se devolverán en función de la temperatura media captada por el sensor en esa zona. Para completar esta información, hay que tener siempre en cuenta la relación entre la distancia al objeto y la superficie analizada para cada amplitud de sensor. Obviamente, cuanto mayor sea el sensor, mayor será la parte del neumático que se analice a la misma distancia. El análisis de la temperatura de las gomas es una operación de precisión, por lo que siempre hay que saber lo que se está analizando.
3. La velocidad de lectura del dispositivo, porque a veces incluso un segundo menos por detección (ya que se realizan varias mediciones por neumático y en un total de 4 neumáticos) puede marcar la diferencia.
4. Porcentaje de error del dispositivo, para entender si la exactitud del instrumento coincide con el nivel de precisión necesario para nuestro nivel de competencia.
5. Margen de temperatura capturado, para asegurarse de que se están midiendo las temperaturas a las que "viajan" nuestros neumáticos.
6. La longitud del cable de los pirómetros de sonda (y el costo de la sustitución del cable si se rompe), para que poder evaluar la viabilidad de su uso.
7. Fuente y duración de la alimentación del instrumento (batería interna recargable, desechable...), de nuevo para entender su practicidad.
8. Capacidad de almacenamiento de datos, para saber si la memoria ofrece suficiente espacio para nuestras necesidades.