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A su llegada al mercado en 1962, el 200 era el chasis que se situaba en el medio de la renovada gama de carreras de McCulloch. En esta familia se incluían además los chasis 100 y 300, los cuales, junto con el 200, venían a sustituir los anteriores R-1, C-1 y F-1. Mientras que estos últimos iban dirigidos abiertamente a las carreras (R-1), al alquiler (el C-1) y, digamos, al tiempo libre (F-1), los nuevos 100, 200 y 300 se desarrollaron con un solo objetivo en cabeza: las prestaciones. El McCulloch 200, en concreto, venía a reemplazar el modelo F-1, ya apreciado por su confort, pero también criticado por no ofrecer el comportamiento que podría esperarse de un kart de carreras, pese a que en el mercado se posicionaba como "Family Kart". Retomando el chasis de tubo único (al contrario que el R-1, aunque también el 300, que se caracterizan por tener un chasis de tubo doble o space-frame) con un grosor de 0,83 pulgadas, el 200 se distingue por no llevar ya la bancada del motor soldada a los tubos traseros, sino pivotada sobre el eje y anclada en el chasis mediante amortiguadores para reducir al mínimo las vibraciones.
Otro gran cambio aportado al McCulloch 200 afectó a los colores: ya no era solo el tradicional amarillo, que había distinguido todos los chasis anteriores (y que aún caracteriza los motores), sino la introducción del rojo racing, en el 100 y el 200, y el Bahama blue, en el 300. Salta también a la vista enseguida, para la época, el asiento de dos colores, blanco y rojo, a juego con los tubos: equipado con un acolchado abundante y provisto de formas ergonómicas, aseguraba un confort total incluso en los circuitos en peor estado. Entre los tubos que sujetan el respaldo del asiento, se aprecia además el depósito, con una cabida de 5 litros y a juego con el resto del chasis.