Charles Leclerc en kart. El piloto de Ferrari F1 en Lonato con Birel ART

Un día en la pista, en Lonato, con Charles Leclerc, el piloto oficial de Ferrari Fórmula 1, que conduce los karts puestos a su disposición por Birel ART, con el entusiamo de un chaval que acaba de recibir un regalo.

El día es de esos fríos y grises en los que ni te levantarías de la cama. El circuito South Garda de Lonato es el sitio hacia el que dirigirse: todo lo acogedor y familiar que queramos, pero, sinceramente, no es el lugar en el que uno sueña con estar a las 8:30 de la mañana, en pleno invierno.
En el circuito, los mecánicos de Birel ART están trabajando ya desde hace un rato: el remolque se halla justo detrás del parque cerrado y hay un generador que intenta mandar algo de aire caliente hacia el interior de un nave que todos saben que no se calentará nunca. Gestos rutinarios, casi automáticos, y la eficiencia sin florituras de quien se centra en la sustancia. Sonríen, y parecen estar muy a gusto, pero también ellos, si hubieran podido elegir con libertad, probablemente no habrían seleccionado el nombre Lonato en el menú desplegable de los destinos del gps.

Luego llega uno que, por el contrario, la posibilidad de elegir, la tenía completamente, cuya residencia es Montecarlo y cuyo lugar de trabajo es Maranello. Y ese alguien, cómo no, ha elegido venir al South Garda de Lonato. A las 9 de la mañana. Con un frío que dibuja nubes de humo densas a cada suspiro.
Así se presenta Charles Leclerc, sonriendo al volante de un Alfa Stelvio granate, con dos amigos que, sospechamos, ha metido en esta aventura suya de kartista con la cantinela “¡venga hombre, si es muy divertido!” y, sobre todo, con la alegría contagiosa de quien se halla precisamente donde querría estar.

Charles Leclerc, siempre sonriente durante la jornada transcurrida en la pista de Lonato

Kart Birel ART personalizado con el nombre del piloto de Ferrari F1

El plan no incluye un entrenamiento en particular, no hay tablas que seguir ni tiempos que respetar: la idea es concentrarse en pasar el día conduciendo un kart, que naturalmente no viene mal tampoco desde el punto de vista profesional, pero que hoy, para él, es más ese vehículo que consigue colmar enseguida, como ningún otro, desde pequeños, las ganas de motores y de velocidad que te queman por dentro, como una pasión que no se apaga nunca.

El primer turno en la pista lo hace con el nuevo chasis RY32 S10, en la versión KZ. El asfalto está muy frío y los karts que hay en la pista son pocos, pero son suficientes un par de vueltas para que, desde el palco de los mecánicos, Forè esboce una sonrisa, complacido: “Corre rápido... vaya que sí...” repite, como confirmando para sí algo que, en el fondo, no ha dudado nunca.
Mientras tanto, Leclerc vuelve a los boxes y cambia rápidamente de vehículo, llevando también a la pista el chasis equipado con el motor automático. El motivo, más allá de las ganas de conducirlo, es fácil: dado que sus amigos no han conducido nunca un kart de competición, Charles quiere calentar bien los neumáticos, para así ponerles en las manos un motor un poco más domado.
No obstante, ya con dos turnos es suficiente para preguntarle por sus primeras impresiones: “¿Cuál es mejor?” “El modelo nuevo, con el motor KZ, es una maravilla”. Lo que no significa que el monomarcha se quede atrás, sino que da entender hacia qué lado de la balanza se inclina el corazón de kartista de Leclerc.
De hecho, tras el turno dedicado a los Minis, Charles vuelve a la pista con el de marchas y empieza a ir en serio. Los tiempos bajan y las vueltas se van siguiendo hasta que la bandera de cuadros indica que es la hora de volver a entrar.

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