El 1 de mayo de 1994, día de la muerte de Ayrton Senna, en el motorsport, marca un surco entre dos generaciones. El que ha visto, conocido y podido apreciar de primera mano a Ayrton Senna da Silva, uno de los más grandes pilotos de la historia del automovilismo, y los que, en cambio, sólo han vivido el mito de Senna. Sin embargo, en Italia hay un hombre que puede servir de puente entre estas dos generaciones: Angelo Parrilla. Fundador, junto con su hermano Achille, de DAP, Parrilla fue el hombre que acogió a Senna en Italia y lo lanzó al karting internacional. Una fuente privilegiada que ha abierto sus recuerdos y nos ha regalado un Senna nunca visto: un auténtico prodigio al volante, un chico tímido y educado en la vida cotidiana, pero un guerrero en la pista y... ¡un sibarita!