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Una vez en la vida | Angelo Parrilla relata el inédito Senna de la época del karting (y más)

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ANGELO PARRILLA RELATA EL INÉDITO SENNA DE LA ÉPOCA DEL KARTING (Y MÁS)

08 diciembre 2022 • 9 min. lectura
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Si más allá de las leyendas y de las publicaciones novelescas en Facebook, quieren conocer de verdad a Ayrton, este es el artículo que necesitan. Para leer, escuchar y comprender, a partir de las palabras y la voz de quienes lo vivieron personalmente, quién era Ayrton. Sin el filtro de las cámaras ni las páginas de los periódicos de papel satinado, he aquí una historia exclusiva, entre recuerdos, emociones y anécdotas. Como la vez que Ayrton con Carol Alt...
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El 1 de mayo de 1994, día de la muerte de Ayrton Senna, en el motorsport, marca un surco entre dos generaciones. El que ha visto, conocido y podido apreciar de primera mano a Ayrton Senna da Silva, uno de los más grandes pilotos de la historia del automovilismo, y los que, en cambio, sólo han vivido el mito de Senna. Sin embargo, en Italia hay un hombre que puede servir de puente entre estas dos generaciones: Angelo Parrilla. Fundador, junto con su hermano Achille, de DAP, Parrilla fue el hombre que acogió a Senna en Italia y lo lanzó al karting internacional. Una fuente privilegiada que ha abierto sus recuerdos y nos ha regalado un Senna nunca visto: un auténtico prodigio al volante, un chico tímido y educado en la vida cotidiana, pero un guerrero en la pista y... ¡un sibarita!

"Si no recuerdo mal, debió ser el 26 o el 27 de agosto de 1978", comienza Angelo Parrilla, al relatar el día en que escuchó por primera vez el nombre de Ayrton da Silva (porque así se llamaba, en el registro civil, antes de que empezara a utilizar el apellido de su madre, Senna, precisamente). La ocasión es una llamada de un intermediario que le promete " uno que va como un tiro". No era raro que recibiera este tipo de llamadas, dado que en aquella época su DAP era una de las principales marcas del karting internacional, pero Parrilla decidió dar crédito a las palabras del hombre, abriendo las puertas de su equipo (y más tarde también de su casa) a un piloto brasileño de 18 años que marcaría indeleblemente la historia del automovilismo 15 años después.
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