Jeremy Iglesias es rápido, diablos si es rápido. En los últimos 10 años, lo dicen los rankings de las carreras importantes de todo el mundo. Y así lo confirman sus compañeros que lo apoyaron en los distintos cambios de camiseta, que llevaron al francés a lucir los colores Intrepid, LenzoKart, Sodikart y Formula K.
Pero Jeremy nunca ha ganado el gran título, el campeonato mundial. Si lo corrió en varias ocasiones, comenzó en más de una final en las posiciones adecuadas y con la velocidad adecuada para llevarlo a casa, pero nada. Ni siquiera un podio. Basta para catalogarlo como uno de esos pilotos que, al apostar por quién gana la final, se lo descarta por defecto. Y luego Jeremy tiene un problema, se llama edad. Tiene 33 años, que para los simples mortales son los años de máxima fuerza y vigor, pero para los que hacen karting son una especie de entrada a la avenida del ocaso. Porque quizás las motivaciones ya no sean las de cuando tenías 18 y porque te encuentras peleando con gente que es incluso 15 años más joven que tú y que en unos años, tal vez, estará en la F1. Es por eso que cuando llega octubre de 2020 Jeremy está tan feliz de poder participar en el mundial de KZ en South Garda Karting, pero, al mismo tiempo, está un poco triste, porque sabe que no habrá muchas mas oportunidades de jugarse "la carrera". Pero lo que no esperas pasa en Lonato. Jeremy pone su fin de semana mundial habitual: rápido y siempre al frente con los mejores. Pero esta vez tiene algo más. Él lo sabe, quizás su mecánico y algunos más tambien. El caso es que 20 minutos son suficientes, solo el tiempo de la final, y esta vez todo el mundo sabe lo que tiene más.