La historia se remonta a hace un año, precisamente el 2014, y es consecuencia de una pizca de locura. Los ingredientes se dicen pronto: el kart de una magnífica marca italiana; una gran empresa renovada hace poco; un pequeño grupo de personas que deciden convertirla en una pista durante un día.
La marca del kart es CRG. La empresa... también. Se trata, para los pocos que no lo sepan, de una de las empresas más importantes en el mundo del karting, constructora de chasis y, a nivel deportivo, poseedora de varios títulos mundiales conquistados a lo largo de una historia de éxito como pocas otras.
El caso no es mucho más complejo, tanto en sus elementos esenciales, como en los extravagantes, ni siquiera son un misterio los motivos por los que todo esto tuvo lugar.
La génesis de la empresa, en efecto, tuvo su origen con ocasión de la primera visita a la nueva estructura de CRG, alrededor de 2012. Visitando los locales, que resplandecían con su maquinaria a la vanguardia, más allá de la limpieza y la tecnología, la sensación más inmediata que nos llegó a primera vista fue la de un ambiente grande y muy espacioso.
Tanto que nos llevó a gastarle una broma al jefe de CRG Giancarlo Tinini: “Podríamos incluso hacer correr los karts en el interior...”. ¿Una simple ocurrencia? No del todo, porque la respuesta de Tinini fue tan inmediata como inesperada: “¡Hagámoslo”!