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TKART magazine Una vez en la vida | Karts de leyenda: el DAP-Pavesi del Mundial de 1987 de Alessandro Piccini en Fórmula C
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KARTS DE LEYENDA: EL DAP-PAVESI DEL MUNDIAL DE 1987 DE ALESSANDRO PICCINI EN FÓRMULA C

Giacomo Mantovani
14 Enero 2022
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Reúne un piloto 4 veces campeón del mundo, su chasis DAP Greyhound CIK 13 / 78 y el motor Pavesi B correspondiente. Luego arranca el motor y... ¡verás las llamaradas! ¿No os lo creéis? ¡Pues leed este artículo!
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En la historia del karting, hay tres letras que, para los aficionados, para quienes conocen mínimamente la historia de este deporte, tienen un valor especial: D-A-P. Así es: DAP, un nombre que no necesita mucha presentación, uno de los pilares de este deporte. Fundada en 1970 por los hermanos Angelo y Achille Parrilla, siguiendo la estela iniciada por su padre Giovanni con la marca Parilla (una sola r, a diferencia del apellido, por razones fonéticas), la empresa milanesa fue concebida con la fin de fabricar motores de kart, para luego, a partir de 1974, centrarse también en el diseño y fabricación de chasis. Esta decisión acabó siendo acertada y, en poco tiempo, la criatura de los Parrilla se impuso entre los líderes del sector de entonces. Los chasis de la marca DAP revolucionaron, además, la técnica de construcción a nivel mundial y permitieron que varios pilotos se convirtieran en los protagonistas de los campeonatos más importantes (¿os suena el nombre de Ayrton Da Silva? Si el personaje os interesa, leeos el artículo Tocar el kart de Senna, de la sección “Una vez en la vida”). Entre estos pilotos estaba también un muchacho toscano, de poco más de 20 años, al que le aguardaba un futuro prometedor en el karting, pero que todavía no había escrito su nombre en el panteón de los campeones del mundo: Alessandro Piccini. La espera, sin embargo, no iba a durar mucho. En Magione, en 1987, Alessandro escribió una página importante de la historia del karting: ganó, efectivamente, su primer título mundial (de cuatro) precisamente al volante de un chasis DAP propulsado por un motor Pavesi (otro nombre que pone el vello de punta a los aficionados de karting), de válvula rotativa. Un kart que, hoy, los de TKART podemos tocar con nuestras manos y... ¡poner en marcha!
Alessandro Piccini en acción (con la pierna derecha estirada pisando a fondo el acelerador) al volante del DAP-Pavesi, en una foto de la época.
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La placa de la homologación original de la CIK (Comisión Internacional de Karting) del chasis DAP.
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Medalla identificativa de la inscripción en el MSWVCC (Musical Watch Veteran Car Club), club de coches de época ubicado en Brescia y perteneciente a la federación ASI (Automotoclub Storico Italiano).
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Arriba, volante circular; abajo, frontal portanúmero, no exigido en 1987.
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Lo asombroso de este ejemplar, más que cualquier otra cosa, es el estado en el que se encuentra: excelente. Con 34 años a sus espaldas está prácticamente perfecto y con su equipamiento original, que varía solo por muy pocos elementos. Estas diferencias se deben a la dificultad para localizar algunos componentes/repuestos, utilizados o sustituidos según se iba necesitando –con el paso de los años– durante las conmemoraciones en las que participaba como kart de época inscrito en la federación ASI (Automotoclub Storico Italiano). Por ejemplo, en las fotos veis el kart con el soporte del número, un elemento que no se utilizaba en 1987. Además, se han cambiado el silenciador (el original lo habían sacado de un tubo de escape de un Ford Transit), el volante (de todos modos sustituido por uno de la misma época), los neumáticos (en línea con las homologaciones actuales) y el radiador (sin pintar y más grande que el original). El segundo aspecto sorprendente es... ¡que le faltan piezas! Así es: comparado con los karts tal y como los conocemos hoy día, carece de varios elementos. ¿Los carenados laterales? ¡No estaban previstos! ¿El alerón delantero o la protección trasera? Nada de nada. Elementos hoy imprescindibles, teniendo en cuenta los grandes avances que se han hecho en aerodinámica y seguridad, pero que por entonces ni siquiera se les pasaban por la cabeza a los fabricantes. En el marco de las muchas limitaciones tecnológicas de la época, lo que contaba era probablemente una sola cosa: el rendimiento. Destacan un centro de gravedad muy bajo y la ausencia total de protecciones alrededor del piloto, cuyos pies prácticamente sobresalían de la silueta del vehículo. En lugar de los carenados laterales, vemos un tubo moldeado que se engancha al chasis oblicuamente, una especie de blanda protección, por una parte, para el carburador (¡el cual carece de filtro, como no podía ser de otra manera!) por la cara exterior del motor y, por otra, para el radiador.
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