Antes de empezar la historia, hay un par de cosas que aclarar. En primer lugar: no te conviertes de repente en restaurador de karts. Necesitas conocimientos, habilidad y una pasión enorme. Segundo: se necesita paciencia por encima de todo. Porque restaurar karts no es una profesión a la que se puede llegar, sino que se hace en el tiempo libre, quitándote horas de sueño. Y si se desea una reconstrucción fiel con gran detalle, habrá que dedicar mucho tiempo a la búsqueda de piezas de repuesto o, alternativamente, fabricando copias exactas.
Ah, y no hay que pensar que se va a ganar dinero con ello: con la compra de materiales, gastos de envío, mecanizado... el coste resulta casi como comprar un kart nuevo. Si todo esto no nos asusta, pues hay que verlo como un reto, así que... ¡adelante!
Nuestro punto de partida tiene nombre y apellido: Michele Nodari, nacido en 1982, un pasado de piloto de kart, y un presente como... historiador. Su pasión empezó casi por casualidad. Compró Kali Kart antiguo sin saber nada del mismo, y descubrió lo hermoso que es juntar las piezas para tener un vehículo del pasado, paso a paso. Ha restaurado muchos karts perfectamente en su garaje, pero cuando un amigo le dijo que un caballero de Vercelli quería deshacerse de un kart que había en el patio de su casa desde hacía años, él mismo no pudo dejar de acercarse a verlo. En realidad era un chasis Vercelli, pero estaba oxidado en un cobertizo de una vieja granja