Muchas veces son las piezas más sencillas las que crean
problemas en el motor. Una de ellas:
las laminillas. Situadas en el interior de la
válvula laminar, se trata de auténticas
lengüetas que, al moverse, permiten la
entrada de la mezcla aire/gasolina dependiendo del ciclo del motor. Puesto que se ven sometidas a
frecuencias de oscilación muy elevadas, no es raro que acaben
debilitándose,
deformándose o
rompiéndose del todo, con consecuencias obvias, perjudiciales para el motor. Así pues, es necesario comprobar periódicamente su estado.
Se trata de una operación sencilla, que únicamente requiere
desmontar el filtro del aire y del carburador, antes de ponerse a quitar la
válvula laminar. Tras ello, hace falta desmontar el “
pétalo” de la pieza de inserción y comprobar su estado poniéndolo al trasluz para detectar más fácilmente las posibles
grietas. Una vez sustituidas las láminas
comprometidas, tras volverlas a montar hay que comprobar que, estando en posición de “reposo”, se
cierren correctamente pegándose a la válvula laminar.