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Vivimos en la época de "todo inmediatamente". Solo un clic y estamos llamando a la puerta. Se pone algo en marcha, se vislumbran resultados astronómicos, se vende y el inventor se convierte en millonario. Verstappen, para dedicarse a nosotros, al automovilismo, hizo una etapa en los karts, se subió luego a un automóvil y 12 meses más tarde ya estaba en la F1. Lo de menos es cómo y por qué se hace. Lo que importa, fascina, interesa es hacer realidad los deseos con un simple chasquido de los dedos.
Es un proceso al que estamos acostumbrados y que consideramos normal, empezando por las cosas más pequeñas: hacer clic-pagar-conseguir. ¡Ya está!
El problema es que ese razonamiento ha llegado también al deporte, sobre todo al automovilismo, y por lo tanto también al karting. Lo digo, porque si mi hijo juega al fútbol, pero nunca marca o nunca logra detener ni a medio oponente, puedes llamar inútil al entrenador "una y otra vez", insultar insistentemente a los compañeros que no le pasan el balón y le puedes cambiar de equipo... Pero al final solo descansarás en paz cuando te des cuenta que la persona que trajiste al mundo es un inútil con un balón en los pies.
En el karting este proceso mental es lento y a veces no llega nunca.