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Una aventura fantástica que comenzó con un flechazo: “Empecé medio en broma: un compañero mío de clase tenía un go-kart y me invitó a que fuera a dar algunas vueltas. Me enamoré enseguida y sin reservas, “conducía” incluso dentro de casa, practicando las frenadas al final de los pasillos. A menudo dormía con mi casco al lado de la cama y cuando gané el campeonato italiano de 60 cc, el segundo año, la noche antes de la carrera tuve el motor sobre la mesita de noche.
Luego, ya con 14 años, llegué a ser piloto oficial de CRG: cuando era pequeño, el equipo con el que empecé utilizaba sus materiales, con los que siempre me había encontrado a gusto, así que siempre corrí, y gané, con CRG”.
¿A quién sientes que estás agradecido por tu carrera?
A mi padre sin duda (Giuseppe, n.d.r.), que me ayudó de veras. No tanto desde el punto de vista económico, sino más bien en el plano moral y físico. La verdad es que estaba en todo: trabajaba toda la semana como comerciante, de lunes a viernes, por toda Italia. Pero dondequiera que estuviese, ya fuera en Milán, en Bolonia, en Turín... partía, venía a recogerme y salíamos para ir a correr a Parma, a Lonato... dondequiera que hubiera una carrera.
Además de mi padre, no puedo sino estarle agradecido a CRG, al señor Tinini (dueño de CRG y de Tinini Group, n.d.r.) y a todo el equipo, que desde que tenía 14 años siempre me ayudó en todo. Con ellos, fui uno de los pilotos oficiales más jóvenes de kart, para luego proseguir con nuestra relación hasta el mundial de 2001.
Piloto italiano, quinta de 1980, empezó con el kart en 1991 y dos años después ganó el campeonato italiano. En 2001, fue campeón del mundo de Fórmula Súper A.