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A Lewis Hamilton lo conocemos todos. Es un personaje único e irrepetible, que va mucho más allá del deporte que practica. Lewis, si abre la boca delante de una cámara, no lo hace para hablar de más o de menos, siempre toca temas de peso: Dios, derechos humanos, sostenibilidad... Si habla con o de alguien, lo hace con y de Tommy Hilfiger, Kim Kardashian, Kylian Mbappé... En definitiva, Lewis se mueve en perfiles que como mínimo deben tener unos cuantos millones de seguidores en Instagram. Sin embargo, un día, en su autobiografía, el siete veces campeón del mundo de F1 menciona a un señor que probablemente ni siquiera tenga perfil de Instagram. Uno que tiene un acento romano grabado en sus cuerdas vocales. Uno, en definitiva, que poco tiene que ver con el lustroso mundo que suele rodear a Hamilton. Este señor se llama Luca Del Fante, conocido por todos como "el Conde", dado que de su familia, además de la pasión por el motor, también ha heredado el título de "Conde de Castel'Arcione". El lugar (¡y el castillo!) donde vivió el propio Luca. Pero vayamos por orden: a finales de los años 90, había una gran colonia de mecánicos romanos trabajando en equipos de karting de primera clase. Toda gente que técnicamente se curtió en la legendaria Pista D'Oro, un circuito a unos 20 km de Roma. Entre ellos, Luca, con quien tuve el placer de colaborar en Comer-Top Kart y que creció entre las curvas de la Pista d'Oro en el verdadero sentido de la palabra.