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TKART magazine Informe | El loco mundial de KZ de 2015 en Le Mans
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EL LOCO MUNDIAL DE KZ DE 2015 EN LE MANS

TKART Staff
09 Agosto 2020
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Cinco historias para un campeonato del mundo demencial. Que fue fuente de angustias, esperanzas, alegrías y preocupaciones para los protagonistas de la que, ya hoy, es una carrera destinada a quedar en la memoria. Y que revivimos a través de las palabras de ellos. Algunas nunca antes pronunciadas.
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1. LA REMONTADA DE MARCO ARDIGÒ

LOS HECHOS
Marco Ardigò llega al Mundial de Le Mans con el grado de campeón vigente. El valor absoluto de Marco lo conocemos y el del equipo de carreras de Tony Kart también. Han afilado sus armas –en el sentido de desarrollar los materiales– al máximo en vistas de este mundial y la conformación del trazado de Le Mans, por si fuera poco, se adapta bien a las características de la entrega de potencia  de su motor Vortex RVZ. El mundial de una sola carrera, ya se sabe, es una lotería precisamente porque es de una sola carrera, por lo que hasta un simple episodio puede condicionar el resultado. Pero no solo eso, es además despiadado, ya que no admite turno de réplica. Así pues, tú puedes presentarte con tus mejores propósitos y la mejor preparación, pero al final tu adversario saca del cajón –a lo mejor precisamente y solo para esa carrera– el motor “especial” que le da la vuelta a las previsiones y barre de un plumazo a los demás competidores. Pero esta vez no parece haber muchas sorpresas y, para Ardigò y Tony Kart, repetir la hazaña del título conquistado en Sarno parece estar a su alcance. Todo va según lo planeado: Ardigò gana una ronda y es inalcanzable sobre el agua, un factor que no hay que descuidar durante un fin de semana caracterizado por una condiciones meteorológicas inciertas. Pero llegamos a la segunda ronda: 14:45 horas, sábado 12 de septiembre. El asfalto está húmedo, porque acaba de llover: Ardigò capitanea la vuelta de calentamiento de la ronda en la que se enfrentan el grupo B y el grupo C. Todos los karts llevan montados los neumáticos para pista seca, pero el asfalto es insidioso. Así pues, Ardigó primero se coloca en su casilla de salida, la de la pole, se detiene, pero luego se lo piensa: por cuestiones de seguridad, es mejor que todos puedan dar una vuelta más. El director de la carrera concede una vuelta extra, pero tiene la misma opinión que él, y se apunta en el cuaderno que el nº 51 ha interrumpido el protocolo de salida. Los comisarios deportivos toman ese cuaderno, lo leen y convierten todo aquello en una penalización que la tarde del sábado será un jarro de agua fría, congelada, para el campeón del mundo vigente. Al abanderado de Tony Kart no le queda que encajar el golpe, que supone salir desde la 17ª casilla en la prefinal. A partir de ese momento, Ardigò ofrece un espectáculo maestro pero infructuoso: en la prefinal recupera hasta la décima posición, la casilla desde la que saldrá en la final. En la última carrera del fin de semana, la que cuenta de veras, la que te da el título de campeón mundial, Marco está endemoniado, vuela (lo demuestra el hecho de que en su mejor vuelta le saca más de 1 décima a la del ganador) y llega a colarse hasta en la lucha por la victoria en la última vuelta, que sin embargo concluye con un tercer puesto. Antes de que, lamentablemente, otra penalización impuesta al final de la carrera por llevar el morro descolocado le quite también ese resultado.
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Solo con las imágenes de la carrera podemos hacernos una idea del alcance de la remontada que Marco Ardigò llevó a cabo en aquella final.
EL RECUERDO DEL PROTAGONISTA
En aquel mundial iba verdaderamente bien en todos los sentidos. Pero recuerdo más si cabe la decepción que me llevé por la penalización que me dieron el sábado después de las rondas. Cuando llegó la noticia, a las ocho de la tarde del sábado, no me lo creía. A la mañana siguiente fui enseguida a ver a Nigel Edwards, el director de la carrera, para defender mi posición. En aquel momento, tuve la impresión de que él había comprendido que la penalización era demasiado severa, teniendo en cuenta las condiciones, pero los asistentes hicieron oídos sordos. Cuando me fui del despacho de dirección, estaba cabreado que no veas. A ver, que aquel año yo era el representante de la FIA en tema de seguridad, que si actué de esa forma fue pensando en todo el grupo, porque en la pista, objetivamente, íbamos al límite. Y no hacía falta estar al volante en aquel momento para darse cuenta: todos recuerdan el accidente de Loris Spinelli.  Pero la tomadura de pelo, a decir verdad, llegó el domingo por la mañana, en la prefinal, cuando nos concedieron una vuelta más de entrenamiento. Precisamente porque las condiciones eran extremas, como el sábado; pero cuando la solicito yo, van y me descalifican. Qué se le va a hacer, eso es lo que me tocó, prefiero acordarme del espectáculo que di en la pista. En la final me abrí paso entre mis adversarios sin miramientos y me lancé a por De Conte y Pex. En diez vueltas recuperé dos segundos y medio y al pasar la última vez intenté aprovechar el ataque de Pex a De Conto. Me quedé a tres metros de ser Campeón del Mundo de KZ por segunda vez. Al final acabé tercero, pero después de la carrera me penalizaron por llevar el morro bajo. Está claro que aquel no era precisamente mi fin de semana. Pero quisiera decirles algo a los aficionados: ¡ved la carrera otra vez, porque merece la pena de veras!”.
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A Ardigò solo le quedó la satisfacción de levantar el trofeo de tercer clasificado en el podio. Solo que tuvo que devolverlo debido a la penalización que recibió por llevar el morro en una posición no reglamentaria.
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