En la estructura del motor se encuentran conductos o intercalaciones, a través de los cuales el refrigerante llega a las zonas de mayor estrés térmico. En el karting, el único refrigerante permitido es el agua, ya que por reglamento cualquier otra mezcla, como el etilenglicol que se utiliza habitualmente en los coches, está prohibida por razones de seguridad, ya que puede hacer que la pista sea extremadamente resbaladiza en caso de derrame. Durante el funcionamiento, el calentamiento del líquido hace que se expanda y, por tanto, se presurice hasta alcanzar unos 0,9 bares. Esto ayuda a aumentar la temperatura de ebullición en algunos grados, lo que evita el fenómeno de la cavitación, es decir, la formación de burbujas de vapor que pueden causar una disminución de la eficiencia del sistema y la erosión de las piezas internas.