El punto de partida para explicar lo que es el ángulo de Ackermann es un dato evidente: durante el recorrido de una curva, la rueda delantera exterior dibuja una trayectoria más amplia (es decir, una curva más ancha), respecto a la rueda interior (que recorre una curva más estrecha). Hay que considerar, además, que, para torcer, el kart ha de tener un centro de rotación en torno al que girar, y en torno al cual las ruedas delanteras mismas puedan girar.
Dicho esto, resulta evidente que, si las ruedas delanteras fueran perfectamente en paralelo durante el recorrido de la curva, no se crearía ningún centro de rotación, en cuanto los ejes de las ruedas permanecerían paralelos y sin un punto común de rotación (el punto de intersección que resultaría al prolongar los dos ejes de las ruedas). En este caso, las ruedas delanteras patinarían, generando fricción entre la banda de rodadura y el asfalto, el desgaste de los neumáticos y la pérdida de prestaciones.